DESGASTE DEL OZONO

 

El ozono es un importante gas en la estratosfera que protege la vida en la tierra al absorber y disipar la luz ultravioleta solar, la cual es dañina para muchos seres vivos. Los clorofluorocarbonos son compuestos artificiales aerosoles que desgastan el ozono atmosférico. El daño es más alto en zonas de altas latitudes, o lejos del ecuador. Imágenes satelitales han mostrado como cerca de los polos el ozono ha caído mas de 15%, y está acelerándose desde 1979.

 

El protocolo de Montreal es una guía internacional que prohíbe el uso de clorofluorocarbonos en la industria, y desde su implantación la contaminación de estos compuestos ha disminuido notablemente. Sin embargo, el ozono aún está desgastando y esto va a continuar, dada la cantidad ya presente en la estratosfera. De no revertirse, la exposición a radiación ultravioleta va a ser muy dañina para ecosistemas marinos y terrestres.

 

 

Los ecosistemas marinos son particularmente vulnerables, dado que las primeras capas del océano sufrirán extensos daños, siendo los organismos fotosintéticos los más expuestos. La radiación puede dañar el material genético e impedir el crecimiento natural del plancton. El zooplancton, o el componente animal y microscópico del plancton, también sufre daños directos de la radiación ultravioleta, además de alteraciones a la población por falta de alimento. Asimismo, todos los organismos que dependen de esta primera capa oceánica serán afectados.

 

Los efectos a largo plazo del desgaste del ozono aún son desconocidos. Sin embargo, los efectos adversos para el plancton tienen consecuencias globales dramáticas, dado que estos componen más de la mitad de la biomasa terrestre anual. Cualquier pérdida será catastrófica.